La falta de control de la creciente contaminación que avanza desmesuradamente sobre los distintos cursos de agua de la provincia de Santa Fe, resulta abrumadora. Tal es el caso del Arroyo Ludueña, que se le suma que el “Sabalito barredor”, inaugurado en 2019, se rompió, por lo que no cumple su función, estaba ploteado como uno de los peces característicos del Paraná, que se alimenta chupando los sedimentos del fondo del río. La idea era que la basura que viene arrastrando durante toda su extensión por efecto de la correntada, no llegue al río y de esta forma construir un curso de agua con calidad ambiental para las personas, la flora y la fauna del Paraná.
Vecinos del barrio San Eduardo, en la zona noroeste de Rosario, denunciaron que desde hace varios días el Arroyo Ludueña emana un olor nauseabundo y presenta un aspecto desolador. El curso de agua no sólo se encuentra reducido casi al máximo sino que presenta una importante acumulación de residuos sólidos y líquidos, producto de las cloacas clandestinas que hay en la zona y de la descarga que realizan camiones atmosféricos.
“El agua está prácticamente blanca y tiene un olor a podrido insoportable. El arroyo tiene vida, pero no se lo cuida. Cualquiera tira lo que quiere. No hay políticas ambientales para preservarlo.
