En el 2019, la decisión del Gobierno de la Ciudad fue prohibir la venta de choripanes, patys y bondiolas a la salida de las canchas de fútbol generó gran revuelo. Según se informaba en el Boletín Oficial, el gobierno de Rodríguez Larreta no otorgará más permisos «para la elaboración y expendio de productos alimenticios en las inmediaciones de los estadios de fútbol de la Ciudad en los días y horarios en que se lleven a cabo eventos deportivos».
«Hoy el Gobierno tiene un nuevo negocio: los Food Trucks, lo mismo que hacemos nosotros pero con una lavada de cara. Camioncitos muy lindos pero somos lo mismo», denunció. «El tema bromatológico, que suele ser su acusación contra nosotros, es lo que queremos tener para regularizarnos. Por eso nos venimos organizando hace bastante y reclamando que se nos regularice, para poder seguir laburando», sentenció un vendedor de choripanes.
La guerra contra el chori tiene dos aristas claras. Por un lado, la económico-política: la disputa por el espacio público, la expulsión de los trabajadores de las calles, el reemplazo de la economía popular por una explotación formal, empresaria y chic. Por otro lado, subyace una batalla cultural: la guerra contra el chori es un ataque a la gastronomía popular argentina por excelencia, a la comida barata tras el espectáculo masivo, una apuesta más a la conformación de una cultura de élite, que expulsa a los pobres de los espectáculos y condena a los que pueden asistir a pagar precios exorbitantes, así lo expresan los vendedores ambulantes.
Cornejo en declaraciones públicas ha dicho que los vendedores callejeros que fueron parte de las jornadas de protesta en el barrio de Recoleta, en apoyo a la vicepresidenta que : “Los puestos de choripanes son un ejemplo de apropiación del espacio público, dejaron todo sucio, ¿quién representa a los vecinos de ese lugar? La minoría intensa termina siendo más importante que el resto“.
“Falta cuidado del espacio público, los kirchneristas hicieron una apropiación, en Mendoza ya lo hicimos: se puede manifestarse pero no cortar las calles para no interferir con la circulación”, agregó el dirigente radical.
Para el legislador el oficialismo buscó justificar el accionar policial como motivo de la protesta: “Si no eran las vallas, hubiera habido otra excusa, había un cordón policial para que circulen los vecinos”.
“Yo no avalo manifestaciones a las viviendas de los dirigentes, a lo sumo tiene que ser frente a organismos públicos, pertenece a la identidad y moralmente me parece incorrecto”, concluyó Cornejo.
Frente a un gobierno como el de Larreta que condena todo lo popular, parece que el chori será una nueva bandera de resistencia.
