Onu Mujeres, muestra un informe acerca de la crisis alimentaria y energética, marcando que los mercados mundiales de la energía y los alimentos están notando la presión de la guerra, lo que quiere decir que también están sintiéndola la población.
Rusia y Ucrania, dos países que se cuentan entre los grandes productores de alimentos básicos, aportan el 90 por ciento del suministro de trigo en Armenia, Azerbaiyán, Eritrea, Georgia, Mongolia y Somalia. Además, Ucrania es uno de los proveedores fundamentales de trigo del Programa Mundial de Alimentos, que proporciona asistencia alimentaria a 115,5 millones de personas en más de 120 países. Y Rusia es uno de los tres mayores productores de crudo del mundo, además del segundo productor —y el principal exportador— de gas natural.
La alteración de los procesos de exportación y producción debido a la guerra está limitando cada vez más la disponibilidad de estos productos básicos. El acceso mundial al petróleo y al gas se ha reducido notablemente.
Gran parte del trigo, el maíz y la cebada del mundo sigue estando en Ucrania y en Rusia. Y una parte aún mayor del suministro mundial de fertilizantes —especialmente importante para la agricultura en los países cuyo suelo está agotado— permanece en Rusia y Belarús. Se espera que la Iniciativa de Cereales del Mar Negro, que permitió reanudar las exportaciones cerealistas ucranianas el 1 de agosto, alivie algo esta situación.
Sin embargo, la escasez está impulsando los precios hasta niveles récord. El costo de los alimentos ha aumentado un 50 por ciento desde el comienzo de 2022. Está previsto que la subida de los precios del crudo —que ahora se sitúa en un 33 por ciento— alcance el 50 por ciento a finales de año. El costo del combustible para el transporte, una de las principales causas de la inflación en África en 2021, se ha incrementado todavía más desde el inicio de la guerra.
La desorbitada subida de los precios está impulsando una crisis del costo de la vida en todo el mundo, que tiene una incidencia desproporcionada en los países en desarrollo. Las comunidades de África, Asia, América Latina y Oriente Medio se han visto gravemente afectadas, y los hogares que ya eran vulnerables están pagando el precio más alto.
